POEMA A UNA MADRE AUSENTE
Ella ya vive en otro tiempo
en el que los días
no tienen esquinas
que arrancar en los almanaques,
ni agenda, ni márgenes
en historia alguna.
Y el viento le mesa
la plata prematura de sus cabellos
sin que note el azote
cruel del invierno
irreversible de las horas
que conducen
a la última estación
del tren de cercanías
hacia la muerte.
Ella ya casi no es ella.
Y sin embargo, sonríe.
Y regala, a veces,
a cada esquina de mi boca
un pequeño y dulce recuerdo.
Y río, pero ya es algo pasado
eso de cantarle las cuarenta
a la tristeza.
Como ella, cuando rememora
aquellos tiempos
en los que no había tanto silencio.
Y corrían tanto las trompas
de un elefante de rueditas.
Aquellos días en que la noche
no llegaba al terminar la tarde.
Otra época. Recuerdos
en donde ella ahora existe.
Mi madre.
Ella ya casi no es ella.
Pero es mi madre.
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