MÚSICA PARA EL ALMA

miércoles, 5 de septiembre de 2012

ESTEFANÍA





ESTEFANÍA



 
Los griegos te coronaron de laureles.

Tu nombre nació coronado de victoria

en la polis a merced de Poseidón y Zeus.



Y ahora el candor que desprendes

de unas palabras melifluas impregna

el Olimpo humano de tu ser.



Aún no te conozco demasiado.

Es cierto, pero, a veces,

parece como si mis ojos

quisieran surcarte la mirada

como barcas a la espera

de una corriente que las rescate

de su naufragio en el asfalto:

el mar, a veces, tiene esquinas

y orillas en alguna isla humana.



Y dices también que sabes

que la eternidad solo existe

allá donde los puentes

son de aire y se pueden empaquetar

los sueños bajo las sábanas,

como maletas a la espera

de otro viaje a lo desconocido.



Y puede ser que la vida

sea efímera como el polvo

que se posa en los alféizares

de las ventanas cual pájaros

de viento en la materia.



Pero siempre hay algún espacio

para la eternidad en algún recuerdo,

en la belleza de algún poema.



Ahora en estas palabras

también para el silencio

dulcemente humano

de tu anónimo nombre, Estefanía.









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