ME CRECIERON LOS OJOS
Me crecieron los ojos.
El alcance utópico de mi mirada
ya no llegaba a ver el mar
en cuanto abandoné aquel rincón
gobernado por las flores,
los sueños y un anhelo:
seguir columpiándome
en el destino.
Eso me habían dicho.
Hasta que volví a ponerme
las gafas enormes del alma,
que me habían quitado
por recomendación mundana,
se me empequeñecieron
las pupilas resignadas,
y se me ensanchó el horizonte
como un puente de amor
y ternura hacia la vida.
No era tan difícil como creía
mirar de frente a los sueños
y la esperanza más sutil,
aunque me crecieran los ojos.
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