MÚSICA PARA EL ALMA

domingo, 7 de mayo de 2017

SE LE OLVIDÓ QUE SOY YO



SE LE OLVIDÓ QUE SOY YO

Se le olvidó.

Su memoria ahora mismo
es un puente de ternura
hacia unos ojos ausentes
cuyas pupilas miran al suelo,
como si el olvido no estuviera
más lejos de esta lóbrega habitación
en la que hablamos sus muecas,
su Alzheimer y mi tristeza.

Tres invitados de excepción
al silencio hermosamente fragoroso
de mi madre.

Se le olvidó.
Ya parece que no recorre
aquella estancia como antes
el mar sus rodillas cuando temía
que una ola la revolcara,
con aquella sencilla timidez
de ángel y belleza.

Pero no importa, la música
por momentos la devuelve
al olor sutil de aquella cocina,
y a las travesuras de sus infantes
que solo con un gesto calmaba,
mientras se sancochaba otro potaje
de felicidad entre calderos de nubes.

No importa. Se le olvidó.
Se le olvidó también que soy yo
ahora quien la observa.

"Sa, effff, aaa" es lo que musita
entre dientes solamente.

 Me llamó Efrén.
Soy su hijo.
Pero eso, aunque no quisiera,
ya se le olvidó
a la sonrisa sempiterna
de mi madre, mi querida madre.




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