MÚSICA PARA EL ALMA

viernes, 26 de mayo de 2017

LO INNOMBRABLE



LO INNOMBRABLE

En este mundo están las cosas
que pueden nombrarse simplemente
o eso es lo que parece.

Un árbol, el mar, el cielo,
una gaviota que parece correr
sin prisa por las marismas
y el aire, con sus zapatillas
naranjas de vuelo y picardía.

Tu amor, su amor. Un abrazo
que se dan los amantes
en cualquier plaza del mundo.

Todo eso puede nombrarse,
mencionarse, quererse a simple vista,
porque tienen verbo en los sustantivos
para cuya pronunciación
basta juntar los labios y hablar.

Pero ahora a solas me pregunto:
¿qué hay de lo que solo saben
mi soledad y mi alma,
cuando charlan del universo
más allá de Einstein
y demás genios sin lámpara
ni tres anhelos predefinidos?

¿Qué ocurre cuando el silencio,
sin que sepa muy bien por qué,
conversa tanto sin acorde audible,
y tiende puentes de comprensión
con solo latir fuera del pecho,
como cuando dos amantes se dicen
tanto solo desde una mirada cómplice?

¿Y si el mar pudiese andarse
en cholas de magia,
mientras las olas bailan
un vals de agua
 entre marea y marea?

Está claro que todas las cosas
no pueden nombrarse.

Y para ese momento, entonces,
recorro un instante la metáfora
del mundo que se encierra,
tal vez, en la belleza inédita
de todos los poemas de la tierra.

Para entender la música del silencio,
la ternura sin palabras del cariño
o, sencillamente, la infinitud del cosmos
entre las cuatro esquinas de mis dudas.

Para lo innombrable, el misterio
y demás cosas extrañas,
una recomendación: la poesía.

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