TODO VIVE
Nada está
muerto.
Todo vive,
todo late,
todo fluye y
palpita
como los
ventrículos
del agua del
río.
En la madera
de los bancos
se sostiene
el corazón
del recuerdo
de unos besos
antiguos como
aquel mediodía de París.
Los árboles
levantan
la primavera,
y la tierra
guarda en su
silencio de polvo
la belleza de
todo un mundo
que espera
unos ojos
curiosos que
lo miren.
Aunque la
ciudad esté triste,
y solo se
asome la luz
de alguna
farola en la mirada,
y un peatón
cruce triste
hacia sus
sueños
tras un
portal cualquiera
donde emigran
al cansancio
los anhelos
más distantes.
Nada está
muerto.
Todo vive,
todo late
mientras
sienta el corazón.
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