MÚSICA PARA EL ALMA

lunes, 9 de junio de 2014

DESPERTAR Y OTROS MILAGROS



WAKING UP AND MIRACLES (FIRST SPEECH)

Today, I am not going to talk just about myself, but about one unforgettable episode in my life that changed completely my perception about life and the way it should be truly lived.

I am not here to convince anyone about a specific topic, but to share with you a piece from the jigsaw puzzle of my own story. I am going to talk about how I truly woke up one day. One day in which this special waking up was more than lifting my eyelids early in the morning after an exhausting school (and sometimes) working day. One day in which other type of miracles were possible as well.

Twelve years ago, I was a teenager, a blossoming adult, who was in his quest for a clearer and better future than the uncertain moment I was living. I should say that, at that time, I was growing up in a really nice familiar atmosphere, despite some related-to-my-handicap bullying at school which brought me a bit down sometimes. I could not complain at all.

The problem was that I was growing up while hearing my parents saying the whole day that “you cannot”, “you cannot do this because of your handicap and you should be aware of it”. I should say that I always believed this was my truth after I stumbled onto a very touching and inspiring film: Forrest Gump. It gave me goose bumps and the courage to keep on and conquer my fear to live on my own, with no overprotection from almost all my relatives and friends, among other things which did not allow me to grow personally and emotionally, to spread the wings of a real freedom. No matter how big the obstacles would be on the road.

It was a bit late in the evening and the light over the sky was already fading down as the spring when summer starts to wither the flowers with hot and scorching days. Nevertheless, another particular sun was coming through the windows and starting to dwell inside my heart. I was watching the aforementioned film and this story about a handicap boy who managed to turn a deaf ear to all insults and jokes about him, get away from the crutches his weak teen body was upon, and cross a whole country just by running, touched me very deep inside, so that I was feeling really able to do almost anything anything). I was starting to notice that “I could”.

At that time, I realized a couple of things I was not aware for the time being: despite the fact this would be an utopic story concerning the long distance and time that Forrest Gump ran on his own, miracles are happening in every moment of our lives. The most important of them is being consciously alive. What I call the waking up of consciousness beyond our city, secure and apparently stable horizons. This one was one of the several ones that already happened to me. I was living that moment with very opened-wide eyes. They are still trying to be like this since that moment while I am sweetly gazing at you, while thinking: how on earth it is possible I am now here, alone in a foreign country, living on my own with no one around me. Was I supposed “to not be able” or “be disabled”? In conclusion, I should day that, of course not as it shows the fact that I am now living the miracle of telling you the story about how I truly woke up that unforgettable day, twelve years ago. The way my consciousness was also “lifting its eyelids” for the first time after a long lethargy in its own particularly exhausting inner ignorance.



TRADUCCIÓN

DESPERTAR Y OTROS MILAGROS (PRIMER DISCURSO)

Hoy, no voy a hablarles solo sobre mí mismo, sino también sobre un instante inolvidable de mi vida que cambió por completo mi percepción sobre ella y al forma en que debe vivirse “verdaderamente”.

No estoy aquí para convencer a nadie sobre algo en concreto, sino para compartir con todos vosotros una pieza del rompecabezas que representa mi propia historia. Les voy a contar la forma en la que desperté de verdad un día. Un día en el que este este despertar especial supuso algo más que levantar los párpados de madrugada tras un extenuante día escolar o de trabajo. Un día en el que otros milagros fueron posibles también.

Hace doce años, era un adolescente, un adulto en ciernes que buscaba un futuro mejor y más nítido que aquel incierto momento en el que vivía. Debo decir que, en aquel instante, me criaba en un entorno familiar muy propicio, pese al acoso escolar por mi discapacidad que, en ocasiones, sufría a que me entristecía de cuando en cuando. No podía quejarme en absoluto.

El problema radicaba en que me pasaba mucho tiempo escuchando cómo mis padres me decían: “no puedes. No puedes hacerlo por tu discapacidad. Tienes que entenderlo”. Debo decir que siempre les creí, hasta que un día se cruzó en mi camino una enternecedora y conmovedora historia: Forrest Gump. Esa película me puso la piel de gallina y me ayudó a vencer mis miedos de vivir por mis propios medios, sin que mis allegados y amigos me protegieran demasiado, como solían hacerlo, además de tantas otras cosas que me impedían crecer en lo emocional y en lo personal. Ya no importaba cuán grandes fuesen los obstáculos en el camino.

Era ya algo tarde. El ocaso emergía del cielo mientras se apagaba la tarde como se agostan los campos cuando el verano empieza a acariciar acaloradamente la pradera. No obstante, había otro Sol que, en ese instante, habitaba en mis pupilas. Veía Forrest Gump, una historia en la que el protagonista conseguía hacer oídos sordos a todos los insultos y las bromas mal intencionadas de los compañeros sobre su discapacidad. Un chico que consiguió zafarse de las muletas sobre las cuales se apoyaba su débil cuerpo de adolescente y llegó a cruzar corriendo todo un país tras todas esos terribles acontecimientos. Me caló hondo, tanto que empecé a sentir capaz de hacer casi todo lo que me propusiera. En ese momento, empecé a decirme a mí mismo que podía.

En ese momento, me di cuenta de unas cuantas cosas de las que no había sido consciente: si bien la historia de Forrest podía parecer irreal y utópica en lo que concierne en recorrer corriendo sin parar todo un país, los milagros ocurren en cada momento de nuestras vidas y lo más importante radica en vivir la vida de forma consciente. Eso es lo que yo llamo despertar de la conciencia más allá de nuestra ciudad y nuestros horizontes aparentemente estables y seguros. Esta vez representó una de tantas en las que he experimentado una sensación similar. Estaba viviendo el instante con los ojos muy bien abiertos y el alma despierta. Todavía intento que eso ocurra cada día, mientras os contemplo dulcemente y me pregunto: ¿cómo he podido llegar hasta aquí? ¿Cómo he podido vivir tanto tiempo en un país solo y manejarme por mí mismo? ¿Es posible que esté viviendo ahora mismo este milagro de brindarles este discurso en el que va una parte de mí mismo? ¿No se suponía que era discapacidad? Por supuesto que no, y ello se demostró ese día en el que también mi conciencia “levantó sus párpados” y despertó de su propia y extenuante ignorancia interior tras un largo letargo.

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