MÚSICA PARA EL ALMA

domingo, 1 de marzo de 2015

SE MIRARON



SE MIRARON

Se miraron.

Se ocuparon los ojos.
Se habitaron el alma.

Sin formalidades,
ni pasaportes
viajaron a sus ganas.

Ella los tenía verdes.
A él le apetecía sembrar
sus ansias en esa primavera
que escondían sus iris.

Él los tenía marrones.
Ella necesitaba, le urgía
una tierra en la que cultivar
la ternura que pedían
sus brazos y todo su cuerpo
al desnudo frente a él.

El mundo sobraba.
Y era mejor que la ciudad
se quedara al margen
entre ruidos molestos
de timbres y rutina.

Nadie en ese momento
supo quererse quererse como ellos.

Dejaron volar las mariposas
que les hacían cosquillas
en algún lugar más abajo
de donde residen
los dulces escalofríos de amarse.

Pidieron sin muchas palabras,
ni preámbulos al tiempo
y a la Tierra que dejaran de girar
por un lado, y de pasar
por otro que no fuera parte
de las manijas degradantes
de cada segundo de eternidad.

La sangre se les detuvo
en las venas, y el mar
tuvo a bien acogerlos
en su cuna de espuma
durante el instante
en que se pusieron
las zapatillas de soñar.

Mientras se daban
el corazón
sin arancel de importación
sobre la urgencia
hermosa de amarse.

Se ocuparon los ojos.
Se habitaron el alma.

Se miraron.








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