HABITACIÓN DE RECUERDOS
La habitación en que vivo
ahora parece vacía.
Sus esquinas las carcome
el paso del tiempo
y las manchas por la escayola.
Y el silencio parece reinar
en una falsa quietud.
Parece vacía.
Pero no lo está.
La habitan millones de recuerdos,
algunos niños que no dejaron
nunca de jugar con los cochitos.
Algunas tardes de lluvia
cuyas gotas vespertinas
siguen golpeando las ventanas
como amreas de nostalgia
de tiempos pretéritos.
Y mares de sueños enterrados
en el fondo de algún cajón
cuya corriente nunca supo
nada de ninguna orilla,
ni ningún puerto,
ni ninguna barca,
ni ningún naufragio.
En fin, no estoy solo
en la soledad de habitación.
Tal vez, vivo aún
con el olvido de mis recuerdos.
La habitación en que vivo
ahora parece vacía.
Sus esquinas las carcome
el paso del tiempo
y las manchas por la escayola.
Y el silencio parece reinar
en una falsa quietud.
Parece vacía.
Pero no lo está.
La habitan millones de recuerdos,
algunos niños que no dejaron
nunca de jugar con los cochitos.
Algunas tardes de lluvia
cuyas gotas vespertinas
siguen golpeando las ventanas
como amreas de nostalgia
de tiempos pretéritos.
Y mares de sueños enterrados
en el fondo de algún cajón
cuya corriente nunca supo
nada de ninguna orilla,
ni ningún puerto,
ni ninguna barca,
ni ningún naufragio.
En fin, no estoy solo
en la soledad de habitación.
Tal vez, vivo aún
con el olvido de mis recuerdos.
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