LAS TARDES SE MARCHAN
Las tardes se marchan ahora
como lágrimas pasadas
que se secan en los pañuelos
ensagrentados y sepias
de todos los crepúsculos.
Y el tiempo vuela con ellas.
Las acompaña como aire,
como un soplo de viento
que corre demasiado, a veces,
para poder atraparlo
entre los dedos de las manos.
Se desliza con sus agujas
como una serpiente
cuando quiere cazar la presa.
Se lleva consigo también
las estaciones, y las primaveras
pensando que siempre, tal vez,
habrá una próxima amapola
después de cada invierno.
Pero no será así siempre.
Porque el tiempo vuela,
y no viene nunca de regreso.
Sólo es ave de paso,
como las tardes
que ahora se marchan
sin poder deternerlas
en cada crepúsculo
de mi vida.
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