MÚSICA PARA EL ALMA

viernes, 26 de octubre de 2012

CEGUERA




CEGUERA


Estas calles ahora padecen
ceguera terriblemente lúcida.


Nadie siente la lluvia,
que solo moja, que solo empapa.


Nadie la toca. Solo el techo
por el que se mecen unas hojas
mojadas a través de una ventana.


Los bancos de un parque
solo sirven para sentarse.
Y nadie ve cuántos sueños
se levantan el horizonte lejano
que esconden los rascacielos,
la molicie urbana y los catalejos
miopes de la rutina.


Los perros solo ladran.
La belleza solo es de silueta hermosa,
aunque alguien invidente
pueda darse un paseo cada día
por los extremos de lo hermoso,
mirando más allá de lo que ve
alguien que solo ha despertado
para ir a su trabajo como de costumbre.


Este mundo padece,
ya lo he dicho, ceguera
terriblemente lúcida.


Las estrellas se ven
solo dormidas como luz
nocturna y efímera,
Nadie contempla sus pupilas
de esperanza y fantasías.
Quedan demasiado lejos, tal vez,
tras las farolas sombrías
que nos escabullen de la noche.


Y mucha gente piensa
que la gente no es nadie.
Que no hay historia
que no tiene historia
en las siluetas,
cuando hay mucho más dentro
que fuera por describir.


Hay miopías, astigmatismos
e hipermetropías que no curan
las lentes cóncavas o convexas
de unas simples gafas.

Y hay luces con las que no basta
apretar un interruptor para mirarlas.
Cuando amanece solo
en el cielo sin sorpresa.
Y todo es igual
a lo que nunca es distinto.

Cuando solo ven los ojos
desde la retina.
Y la ciudad se queda a oscuras,
y tú, y yo, nos quedamos a oscuras
frente a la belleza de mirar
el mundo desde las pupilas
sin córnea de la consciencia.


Este mundo, ya lo he dicho,
padece ceguera
terriblemente lúcida.

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