MÚSICA PARA EL ALMA

miércoles, 3 de octubre de 2012

NO QUISE CREERLO



NO QUISE CREERLO

No quise creerlo.
Mis ojos quisieron cerrarse
como las ramas del árbol
en invierno cuando se desangran
las hojas en la escarcha
dulce de octubre.

Porque habían llegado
otra vez los bárbaron
con casco de policía,
disfraz de Robocop
y porra en ristre.

Y quise no seguir creyéndolo.

Aquel paisaje aterrador
de golpes, pelotas de goma
y grises nostalgias dictatoriales
no era mi paisaje.

Ni el que he querido
nunca habitar.

Las manos levantadas parecían
jaimas indefensas ante el huracán
que azotaba la democracia
desierta de los golpes.

Y mientras eso ocurría,
un viejo parecía buscar rumbo
a sus pasos en los vientos
tristes de la noche.

Quejas, llanto, algún sollozo
callado y gritando a la vez
la injusticia, mientras a Dios
a veces parece olvidársele
la misericordia entre joyas,
boato y tropelías cardenalicias.

Querían fustigar cada palabra
que se diga más alto
que el silencio obligado.

Y que volvieran los sueños
a ser pasto de un delirio
enclaustrado en cuatro paredes.

Simples pasos de peatones,
ya se sabe, no sirven
para cruzar el paraíso,
cuando atropellan la esperanza
motos sin marcha a la libertad,
y cuervos con las alas
de un régimen.

No quise creerlo,
pero ayer llegaron los bárbaros.

Y no pude sonreírle de nuevo
a esa señora de cuello libre
y largas alas llamada democracia.

La habían acribillado a porrazos.




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