DAME TU PAZ
Dame tu paz,
pero no vengas sola sin guerra.
Sé que se mueven en ti
como soldados silenciosos
tus miedos e indecisiones.
Pese a todo, dame tu paz.
Ya nuestras miradas
verán cómo.
Y no tengas miedo
Y no tengas miedo
a la no ausencia de golpes.
Para llegar a estar sereno
también hay que afrontar
momentos de desasosiego.
Yo, mientras, esperaré
a ponerme nervioso
porque devuelvas a mi boca
tus labios, y Orión cace contigo
otra presa de ternura,
y el mito de tu belleza.
No me preocupa
que hoy te dé golpes
el corazón, y te tiemblen
los ojitos como cimbrean
los alambres ante la brisa
más suave y pasajera.
Tampoco que no seas perfecta,
mientras tus manos vuelvan
a darle tu tacto a mis dedos,
y paz a este abrazo frío
de soledad y nostalgia.
Ven contigo. Y dame tu paz
pero no hace falta que vengas
sola sin guerra.
No me inquietan tus miedos
y tampoco tus indecisiones,
mientras atraviese tus pupilas
y sea entonces el final
y el principio de nuestra calma.
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