DULCE INCENDIO (DE VUELTA)
Parecía ahogado.
Parecía enterrado, extinto
bajo ríos de cemento armado,
y sueños de fantasmas urbanos
que andan por inercia
a ninguna parte.
Sin aire, sin aliento,
sin fuego en la memoria
de un silencio sin eco,
y sin viento que lo empujara
más allá del suelo.
Parecía ahogado
ese incendio que no devora
bosques ni calcina pueblos,
sino que enciende ánimas
como estrellas humanas por brillar
en un mundo de cosmos apagados.
Aquel dulce incendio
que enciende el alma
sin quemar.
En un abrazo, de vuelta,
volvió a quemarme
de ternura el corazón.
El dulce incendio
de saberse querido
volvió a arder
en la belleza de querer.


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