PAREDES HUMANAS
Aún las paredes no entienden
lo que digo.
Una lágrima no la sienten
mojando lo hondo del pecho.
Y son, a veces, como las rocas
que puede que no aprecien
el abrazo de espuma en el vaivén
de la corriente de las olas.
Paredes que no escuchan.
Paredes que gastan palabras,
y paredes ciegas
que, a veces, parecen ver.
¿Quién puede, a veces,
dialogar con paredes humanas?
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