MÚSICA PARA EL ALMA

lunes, 7 de mayo de 2012

CARTA DE CUMPLEAÑOS A MAMÁ



CARTA DE CUMPLEAÑOS A MAMÁ

Querida Mamá,

Lo cierto es que, en otras ocasiones, las palabras no se me atoran tanto como ahora. Fluyen como el río cuya corriente no halla óbice en su senda transparente hacia el mar. Sin embargo, ahora no sé cómo rellenar el vacío de esta página demasiado bien.

Tal vez, deba empezar diciendo que, a veces, el recuerdo se torna en una especie de puente cuya longitud casi infinita permite franquear cualquier distancia, surcar cualquier océano que separe a los amantes y amados y, en cierto modo, acercar a los que están algo lejos, como lo estoy en este momento mientras vierto estas letras desde la vieja Europa, desde un paraíso donde brillan las fachadas de los bancos cual tesoro faraónico y pululan remansos de paz en estos instantes críticos de crisis mundial. Desde Luxemburgo.

Y yo te recuerdo. Por ello, lo único que se queda atrás de las maletas de los viajes y los periplos por doquier son algunos vestidos, el polvo de una antigua casa en la que moraron algo más que compañeros, y el asfalto impregnado de olor a agua salada, bruma y mar de las Islas Canarias de las que he partido. Todo lo demás sigue ahí. Sigue pasando el tiempo junto con las estaciones y los años. Se siguen soplando aún velas que, tal vez, no arden tanto como en las épocas de la piñata y los juguetes regalados. En definitiva, se siguen cumpliendo años como los cumplirás tú dentro de unos cuantos días. Cincuenta y dos velas habrás de soplar en esta ocasión, mientras todavía recuerdo que, a pesar de no hacer frío durante las pasadas Navidades, ya nevaba dulcemente en tu cabello: los años no pasan en balde, y debo decir que me gustaría poder degustar una vez más, desde la mirada más cercana, esa sonrisa que siempre se pinta en tu rostro mientras surcas la memoria de algún rostro pasado o presente, las avenidas de memorias por las que te paseas en otros recuerdos y el mar que aún puedes contemplar.

Sin embargo, ahora solo estas palabras pueden abrazarte y darte un beso. No tienen boca, ni labios, ni cuerpo, pero sí algo de presencia. No están en la carne, pero en cierto modo lo son también. Porque cargan el corazón de un hijo cuyo cariño y afecto no te olvidan, pese a la distancia, y pese a que, a veces, no es posible montarse en aviones de propulsión a chorros de sueños y papel para franquear más de tres mil kilómetros de lejanía. A pesar de todo, te recuerdo y te quiero mamá.

Un abrazo de tu hijo Efrén

Desde Luxemburgo a 16 de mayo de 2012



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