PARA AMARTE
Para amarte
no hizo falta demasiado.
Un sueño, unas palabras,
y que se quedasen luego
los bancos como testigos
del fino rumor de pasos.
Cuando viniste calmada
y sosegada como la marea
cuando no se levanta el agua
sobre las olas.
En un beso tranquilo.
En una tarde sobre tu mirada
calmada y transparente.
Para amarte de nuevo.
después de la eternidad.
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