NO SE HA DE MORIR
No se ha de morir,
cuando aún quedan latidos.
Cuando, en el silencio
fúnebre de un final,
siempre queda la música
de un posible principio.
Hasta en el naufragio
también siempre queda
algo a lo que aferrarse.
No se ha de morir
con latidos puestos.
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