TODO NACE UNA SEGUNDA VEZ
Todo muere, y todo nace
una segunda vez,
como el vaivén de las olas
que va recordando la música
del mar en las orillas
como un grito
incesante del agua.
Todo muere, y todo nace
una segunda vez,
cuando surge el verbo
del pasado en los lápices,
y el sustantivo futuro
de un recuerdo empieza a existir
en la memoria de otro.
Todo muere, y todo nace
una segunda vez,
cuando no se olvida
más allá del corazón.
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