EN CLAVE DE JASS
(Acordes desde Lorca con Juan Antonio Sánchez Salas)
Hace algo de fresco. Una leve brisa acaricia las ventanas de las casas que circundan el portalón de la Merced en el que hemos quedado. Espero un par de minutos, y al final de la angosta calle que conduce a la facultad lo veo llegar con una sonrisa en ristre y unos gramos de humor y espontaneidad en las palabras. Puede que observe ahora lo que lo rodea y cavile en cómo seguir la próxima canción que piensa componer para ganarle algo de espacio al silencio: “esta mañana he compuesto el estribillo de la próxima canción que planeo sacar”, comenta JASS(Juan Antonio Sánchez Salas) , en tono jovial y distendido mientras da otro sorbo al Nestea al que me ha convidado.
La música siempre ha estado presente en su vida. Tal vez, ya había algo dentro de él que lo llamaba a recorrer las notas de las canciones y atravesar las emociones de un concierto en directo en los tiempos en los que corría por los patios de su colegio en Lorca, y se paseaba por los pasillos de su casa: “la música siempre ha formado parte importante de mi vida”, afirma, “Tenía una guitarra española bastante mala que apenas manoseaba”. Tuvieron que pasar algunos años para que se despertase esa vocación de regalar temblores sobre un escenario, mientras fluye la música desde un trozo de madera, como algunos autores afirman: “El 28 de Septiembre del 87 fui con mi hermano a ver un concierto del Último de la Fila y Radio Futura en el que presentaban los dos mejores discos del pop español. Me enamoré de aquello y lo quise para mí”. Confiesa que, desde ese momento, se convirtió en un melómano de la música española en general y que siempre “recaba influencias de letras magistrales y canciones como las de Sabina, entre otros”. Luego fue descubriendo a otros autores como Platero y Rosendo. Su primera guitarra eléctrica también se hizo esperar un poco: “Mi primera la compré cuando ya cursaba segundo de carrera”.
Entre alguna risa, alguna broma poblada de desasosiego, conversa conmigo entre la miríada de rostros, miradas y pasos que rodean el bar Menos Quarto. La raya marrón del Nestea se va desvaneciendo y los hielos que la enfrían se resquebrajan como icebergs golpeados por el calor. El humor parece acompañarlo siempre, tal y como expresa en su biografía, cuando establece una comparación referente a su primer grupo, Los Crespillos, haciendo alusión a un célebre grupo humorístico cuyos “gags” han hecho reír a generaciones: “Siempre me han gustado Faemino y Cansado. Son un referente humorístico. Me encanta su humor absurdo. Son auténticos herederos de gente como los Monty Pyton”. Se define como alguien bromista que tiene manías propias y como otro andante más del mundo. Asegura que “siempre le pone un toquecillo de humor aderezado con algo de ternura a las canciones con el propósito de quitarle hierro al asunto, hasta en los casos más extremos y peliagudos”.
“Baso mis canciones en toda aquella idea, persona, objeto que me pueda inspirar algo. No tiene por qué ser alguna experiencia o algo que me ha ocurrido”
Escribe y compone canciones desde sus primeros pinitos en el ámbito de la música: “En mi primer grupo, Los Crespillo, que formé con mi amigo José, se podía decir que cantábamos ambos las canciones que componía”. Las letras que contienen sus obras, al contrario de lo que podría parecer, no son un reflejo exacto de su personalidad: “No hablan necesariamente de quién soy mis letras. Tengo canciones como “Sabor a ti” en las que hablo del monstruo de Austria que enterraba cadáveres humanos en su sótano”. Todo lo que lleva a cabo está impregnado por un cierto toque de emoción y humor, como la sonrisa que esboza su rostro durante la conversación que entablamos: “No pretendo, por ejemplo, en esa canción quitarle hierro al asunto, sino expresarla también con cierto atisbo de ternura y gracia dentro de lo que cabe”. A veces, la sensibilidad que afirma tener lo lleva a fraguar ideas que luego traduce en los acordes de alguna canción: “baso mis canciones en toda aquella idea, persona, objeto que me pueda inspirar algo. No tiene por qué ser alguna experiencia o algo que me ha ocurrido”.
Nada sale de la nada. Todo requiere un esfuerzo y un trabajo previos para que no se quede sin frutos el árbol que se pretende plantar. Después de comprar su primera guitarra, tocar “sus primeros cuatro acordes” dejándose influenciar por el género punk”, y escuchar algunas opiniones favorables respecto a sus obras musicales que lo llevaron a presentarse a algún concurso, decidió dar el salto al escenario: “Mi primera vez sobre un escenario la recuerdo como si fuera ayer. Con los Crespillos, un guitarrista nos dice que un amigo tocaba y si queríamos telonearlos. Fue de una semana para otro. Dijimos que sí”, responde, “Nos fuimos el día antes a las pruebas de sonido. Me puse nervioso, me agobié. Llegué atacado. Pero con el primer acorde se me fue todo. Tirado por el suelo, bueno. Esto es lo que me gusta”. Por aquel entonces, corría la primavera del año 1996 y, desde ese momento, ha recorrido muchos lugares y sitios en los que ha sembrado emoción, ternura y humor a partes iguales, algo que le encanta de los conciertos en directo: “Es algo increíble ver cómo la gente se emociona y tararea tus canciones en cuanto das el primer acorde. También resulta muy gratificante que te vea alguien por Barcelona y empiece 'Jass, Jass' como hago en mis conciertos para romper el hielo”.
El tiempo ha volado en los calendarios desde que se vino a vivir a Murcia, empezó a tocar para algunos amigos y vio cómo sonrisas y comentarios desvelaban que su arte podía encandilar a más gente de la que creía. Han llovido conciertos, encargos que “no le gusta asumir en muchas ocasiones”: “no suelo hacer nada por encargo. No obstante, la canción “Alas en los zapatos” supuso escribir sobre algo diferente. Algo que salió del corazón”. El trabajo que, hasta el momento actual, le da de comer lo ha llenado desde que comenzó a desempeñar su labor en Educación Especial: “conocí gente maravillosa y, desde el segundo día, ese trabajo se convirtió en algo imprescindible en mi vida. Confiesa que la obra era “algo que debía sacar de dentro: “me obligué a acabarla”. Además, es algo que le ha abierto nuevas puertas en las que explorar el inextricable mundo del mercado musical:“Componer esa canción por encargo me ha permitido hacer canciones para televisión que han gustado. Después de ella han llegado ofertas de productoras, etc..”
“Una cosa es Internet para robar. Yo también descargo, y soy consciente de que no es legal. No sé si la solución es prohibir. Está feo, porque eso es un trabajo ajeno que alguien se ha tenido que currar. Cuando tenemos una casa, la pagamos por el trabajo que ha costado”.
Por otro lado, cuelga vídeos de conciertos en el Youtube y otras plataformas virtuales con los que puede promocionar sus obras musicales. Se muestra partidario de la difusión en Internet de las obras y de la descarga de contenidos musicales por la red. No obstante, como todo, tiene que haber restricciones que eviten que se desencadene el dislate: “Una cosa es Internet para robar. Yo también descargo, y soy consciente de que no es legal. No sé si la solución es prohibir. Está feo, porque eso es un trabajo ajeno que alguien se ha tenido que currar. Cuando tenemos una casa, la pagamos por el trabajo que ha costado”. De todos modos, también matiza que nadie tiene por qué pagar diez euros por un disco en baja calidad MP3: “me parece mal que se tenga que pagar un euro por canción en MP3”. Eso sí, no duda al afirmar que Internet ha sido su trampolín hacia los escenarios y las emociones ajenas que se desplazan como hormiguitas o mariposas sobre sus acordes en cada concierto: “La red me ha ayudado mucho para patrocinarme”.
“Soy un hombre hecho de retales de otros hombres, como todos, que somos un puzzle: parte de aquí, parte de allá”
Entre las risas, el humor y el buen rollo que rezuma de las letras y las palabras de cada una de canciones como “Por no estar” en las que afirma que “te guardo encerrada en un televisor de catorce pulgadas”, refiriéndose a una actriz porno, siempre queda espacio para la introspección y la autorreflexión en canciones como Frankestein en las que se podría decir que, tal vez, se muestra desnudo sin necesidad de despojarse de la vestimenta: “Soy un hombre hecho de retales de otros hombres. Todos somos un puzzle, parte de aquí, parte de allá”. Ha vivido instantes mejores y peores; altibajos en los que no le salía nada “decente” y momentos en los que afirma que aborrecía la música de tanto tiempo que le dedicaba. Pese a todo, ahí sigue dando que hablar en muchos lugares de la geografía de nuestro país. Un ejemplo es el concierto que brindaron él y cuatro amigos suyos en el Espirelia 2009 de Lorca que se mueven todos alrededor de la órbita de los cantautores. Ellos eran David Moya, David de Gregorio, Arón Saéz, Romero y él mismo. Se trataba de un proyecto conjunto en el que llevaron a cabo, entre ellos, el primer proyecto musical de banda: “Fue muy emocionante. La gente estaba encantada. Puedo decir que es la mejor experiencia que he vivido a lo largo de mi trayectoria”.
“La música está siempre en mi vida. Yo pienso en canciones, escribo en canciones, vivo canciones”
De su forma de ser emana amabilidad, humildad y simpatía. Ello se puede deducir de la manera en que halaga a sus colegas de profesión: “Al final, los amigos terminan siendo tus influencias. Me gustaría escribir como algunos de ellos y soy consciente de que me quedo a mitad de camino”- responde. Aquella noche de hace ya más de 24 años lo ha marcado hasta ahora y le ha curtido un poco la personalidad que se desprende ahora de su ser, un apasionado de la música y de los notas recorriendo lugares y escenarios lejanos y no tan lejanos: “la música siempre está en mi vida. Yo pienso en canciones, escribo en canciones, vivo canciones”. Asegura que sin la música no sería igual de alegre su vida, ni se desprendería de ella esa atmósfera de buen rollo que ahora percibe: “la música es la banda sonora de mi vida. En una película, esta es la que levanta el ritmo, las escenas. Para mí es un aliciente”. Respecto al futuro, se muestra optimista y piensa seguir trabajando como hasta ahora con la salida de un nuevo disco: “estamos trabajando duramente en ello”, comenta.
Su próximo concierto lo dará en Madrid el 28 de Junio. Puede que haya que esperar hasta entonces para verlo empuñar con su mano derecha los trastes de su guitarra para zurdos, mientras conmina a la gente a dejarse llevar con su característico “JASS, JASS, JASS”. Con el futuro en ristre y toda la ilusión del mundo por agotar aún, se despide de mí dejando atrás la esquina en la que se confunden el bar y la fachada del emblemático edificio de la Merced: “llevo algo de prisa”. Su infancia y Lorca seguirán sonando con su gracia, mientras compone sobre el asfalto lo que le queda para culminar la última obra que le ronda la cabeza y con cuyos acordes pretende robarle dulcemente unos segundos de protagonismo al silencio: “JASS, JASS, JASS”.
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