EL PRECIO DEL CIELO
Todo tiene un precio.
Y el cielo tampoco escapa.
Una marea de cebada
húmeda recorre mi camisa
impregnada de ebriedad.
Y en la cabeza un martillo
invisible de resaca golpea
columpios de consciencia
en los que me tambaleo.
Anoche la luna se desnudaba
hermosa ante estrellas de alcohol.
Y como antes dije:
todo se paga,
incluso el cielo.
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