NO TIENE DEMASIADA VOZ
No tiene demasiada voz
entre los ruidos de las compras,
y los pasos cansados
de la multitud.
En cascada le caen lágrima
por los ojos, y nadie escucha
el mar de nostalgia
que guarda bajo los párpados.
Otra tarde más lo derrota,
y lo arrodilla en aquel banco.
Y piensa que ahí se quedó el futuro,
y el camino.
En las monedas tristes
que besan el fondo del sombrero
se le quedó el cielo
a otro violinista de Triana.
No tiene demasiada voz
entre los ruidos de las compras,
y los pasos cansados
de la multitud.
En cascada le caen lágrima
por los ojos, y nadie escucha
el mar de nostalgia
que guarda bajo los párpados.
Otra tarde más lo derrota,
y lo arrodilla en aquel banco.
Y piensa que ahí se quedó el futuro,
y el camino.
En las monedas tristes
que besan el fondo del sombrero
se le quedó el cielo
a otro violinista de Triana.
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