LOS RECUERDOS SE VAN
Los recuerdos se van,
alígeros e ingrávidos,
como las hojas secas
de ráfaga en ráfaga,
de otoño en otoño,
de tiempo en tiempo.
Y sólo encuentro, tal vez,
una manera de ponerles
algo de rumbo
en la memoria
para que no tenga esquinas
un mar agridulce
de alegrías y acíbares:
decirles hasta luego
en estos versos.
Porque los recuerdos,
como todo, y nada,
también se van.
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