MÚSICA PARA EL ALMA

lunes, 24 de enero de 2011

REFLEXIÓN EN PROSA SOBRE AMAR




REFLEXIÓN EN PROSA SOBRE AMAR

Es difícil definir lo que es amar. Yo puedo decir que he amado, pero no sabría explicar por qué, en ciertos momentos de mi camino, en alguna baldosa del pavimento, en alguna esquina de las calles del mundo, en alguna piedra de esas con las que tanto tropiezo en mis andaduras errantes por el planeta, he encontrado a alguien que marcha a mi ritmo sin seguir mis pasos exactamente. Respira una misma atmósfera sin dejar atrás sus pulmones, y sueña despierta fantasías casi iguales, salvo cuando el cansancio pesa sobre los ojos. Y estos se le han de cerrar.
He escuchado bailar el mar sobre mis oídos. Y la misma música de corriente que invita a surcar el océano en sus barcarolas de espuma la ha escuchado alguien conmigo, en algún punto de la travesía vital de naufragios y singladuras. No sabría decir por qué he podido tener el privilegio de compartir en palabras y gestos ese dulce viaje por los sentidos, cuando me ha recibido la transparencia del agua para convidarme a seguir su estela. Aún me pregunto cómo es posible que coincidan, a veces, dos motas de polvo humano en el tamaño de dos cuerpos tan pequeños, cuando el universo es infinito, y el amor lo reduce a la ternura del encuentro y los besos.
Entonces, en ese instante, dos sucesos irrepetibles de cuantas historias humanas alberga el mundo se secundan, y se repiten, y comparten, al menos, un instante de los millones que habrán de recorrer en cada recuerdo. Se echarán de menos, tal vez, si no hay ya más calendarios que secunden las fechas de las caricias sin caducidad, y la melancolía azotará una mirada. Se asomará alguna lágrima en las pestañas, y el mar, entonces, será un poco más salado que de costumbre. Sin embargo, puedo decir que amar, hasta en el sufrimiento, es algo maravilloso, aunque no pueda definirlo.

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