MÚSICA PARA EL ALMA

viernes, 15 de abril de 2011

TODAVÍA TE AMO




TODAVÍA TE AMO



Acaba de terminar una agotadora y ardua jornada de trabajo estival como albañil en una nueva obra. No le apetece volver a casa sucio y pestilente como está ahora. Se va a un pequeño vestuario con forma de barrancón para cambiarse la ropa y estar algo más presentable al volver a casa. Se pone el traje, se hace el nudo de la corbata, se acicala un poco y sale raudo del trabajo. Son las tres de la tarde, y el hambre aprieta como un puño cerrado que se niega a abrirse. Se dirige al coche, y en cuestión de diez minutos ya ha llegado a la casa.

Todo su mundo lo recibe. El delicioso y exquisito olor de la salsa carbonara que se preparó el día anterior lo envuelve en un manto de maravilla culinaria. Pone dos platos sobre la mesa, y antes de empezar a degustar el manjar, se dirige al baño para lavarse las manos con agua y jabón, como corresponde. En el camino, se cruza con la esencia de café con leche de los libros que guarda en su pequeña biblioteca particular. Luchan contra el polvo para que no los olvide. El silencio de los cuartos vacíos le da su particular bienvenida, mientras sus propios pasos brindan una tierna armonía de camino a su secreta soledad. El trino del canario que tiene sirve de buen acompañamiento. Dos minutos más, y ya ha vuelto a la mesa.

Vicente la observa desde la silla de enfrente. No le apetece comer a ella. Está hoy un poco callada y taciturna. Aún así su sonrisa de mármol acristalada sigue siendo igual de bella. Se queda mirando sus pupilas quietas y calmas como un día soleado en el que nos les apetece a las olas levantar su espuma del plato océanico. Una pequeña cana pende de su cabello. Aún así, Mari Luz no envejece. Su belleza tampoco. Siempre se despierta Vicente con ella, aunque ya no pueda tocarla como antes de morir. De todas formas, en sus sueños aún se imagina amando cada curva de su cuerpo. Acicalándose para después del almuerzo y poniéndose guapo para que la misma sonrisa, cálida en sus pensamientos, lo reciba, aun a sabiendas de que el mármol enmarcado de su foto siempre le va a devolver el mismo mensaje frío de muerte, y nostalgia: "Todavía te amo, Mari Luz".

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