MÚSICA PARA EL ALMA

sábado, 23 de abril de 2011

ONCE AÑOS




ONCE AÑOS


Albores de los años 80 en España. La movida madrileña está en su pleno apogeo. En la televisión de su casa, se escuchan los ecos de las canciones que sus padres escuchan al otro lado de la casa. Ella tiene nueve años, y ahora intenta mitigar su pesar contemplando un tapiz en el que aparecen dos hermanos gemelos dándose la mano sobre un paisaje primaveral hermoso. Recuerda que su tío le contó que en esa foto aparecía uno de sus tatarabuelos junto a su hermano gemelo, fallecido en un accidente hípico en Bélgica. Le calma mucho detener el tiempo en ese cuadro, y enmarcar su dulce e inocente mirada en esa geografía tan anhelada. Demasiada es la soledad que sufre, y demasiada la rabia que siguen sufriendo los hematomas de las palizas que muestra su cuerpo ahora. "Quisiera tener gemelos y llevarlos algún día a ese lugar tan maravilloso"- piensa para sus adentros.

Hace algo de frío. El año 2012 da sus últimos coletazos. Es invierno, Navidad,y en Brujas es raro que se asome el sol en el cielo e impregne de mediodía los adoquines de las angostas calles. El río regala como siempre su murmullo de corriente a los oídos de los viandantes. Ella lo espera en la puerta de la casa, como de costumbre. Siempre sale antes de trabajar, y su novio debe estar a punto de llegar de su respectivo puesto. Lo recibe con un beso en los labios, y una mirada límpida y transparente como las aguas de un lago sin más polución que las montañas reflejadas como espejos de nieve en el agua invernal. Él perdió a su hermano, también gemelo, en una misión humanitaria, y nunca había estado tan alegre como hasta ese momento. Los abrazos de ella disipaban la tristeza como el humo que se va en el viento. La nota algo extraña, y demasiado risueña.

-Cariño.. ¿Por qué estás tan contenta?
- ¿No lo recuerdas? Hace ya un año que nos conocimos.
- Es cierto. El trabajo, a veces, me absorbe demasiado.
-Quiero que me acompañes a un sitio.
- De acuerdo. Me cambio y voy contigo- le responde.

Marcelo se queda atónito mirando un tapiz hermoso que cuelga sobre la pared. Su novia acaba de ponerlo. El paisaje que enmarca es hermoso, y le suena haberlo visto antes en alguna parte durante su primer viaje a Bélgica, el país que ahora lo acoge como uno más. No sabía que se enamoraría antes de Ágata , otra española como él once años mayor.Ni lo hubiese imaginado. Ella lo invita a mirar más detenidamente el cuadro.

-¿Qué observas en él cariño?
- Pues, no lo sé. Unos hermanos, quizás.
- Sí. Son mi tatarabuelo y su hermano gemelo en un paisaje de Bélgica.
-Parece maravilloso el cuadro la verdad.
-Sí lo es. Yo me pasaba horas mirándola absorta cuando necesitaba refugiarme de la cruda realidad que me rodeaba- le responde Ágata embargada por la emoción. Es lo único que me llevé de mi casa familiar.
- ¿Por qué lloras tanto cariño?
- Mi sueño siempre fue tener gemelos en un entorno como este.

Marcelo tiene 28 años. Ella treinta más que aquella niña que se perdía en los trazos de aquel tapiz: "Quisiera tenerlos contigo, Marcelo".

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