SE NOS ESCAPA EL TIEMPO
La ciudad se despide cada tarde
en su leve sinfonía de pasos
cansados y monotonía de ocasos.
Los transeúntes se marchan,
y las aceras se quedan
balbuceando antiguos pasos
cada noche que declina.
Los parques se quedan vacíos
con el fragor viejo de los niños
que juguetearon a mediodía,
y solo las hojas de los árboles
son testigos mudos
de esas voces.
Todo da la impresión
de decir adiós.
Sin embargo, hay un segundo
que no pasa como todos:
el instante
en que nos abrazamos,
y no somos como todo.
Y se nos escapa el tiempo.
Entre cariños y arrumacos,
y en un abrazo que atrapa
todas las horas
que pueden arrancarnos
la ternura de un soplido.
A nosotros se nos escapa el tiempo.
Y mientras la ciudad sigue durmiendo
cada tarde en su leve sinfonía
de asfalto y pasos cansados.
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