MÚSICA PARA EL ALMA

domingo, 3 de abril de 2011

ENCAJADOS




ENCAJADOS

(LA TELE COMO MIEMBRO DE LA FAMILIA)


Manuel llega a casa tras una extenuante jornada de senderismo. Y lo primero que sostiene entre sus dedos es el mando de la televisión. Son las tres de la tarde hora canaria. Toca ver “Sálvame”. Parece como si le temblara la mano al no coger el mando y no poder sintonizar su programa preferido, porque se preocupa antes de eso que de comer. Su mujer lo secunda, y pasan más de cuatro horas encajados en la pantalla, hipnotizados por el poder aletargante de la “caja boba”.

No cabe duda de que la televisión ha revolucionado el mundo de la comunicación y nuestros hábitos desde que irrumpió en los hogares hace ya unas cuantas décadas. Se decía, en un principio, que la televisión serviría para formar e informar. Sin embargo, ahora que se ha tornado en un medio de entretenimiento más, se ha convertido incluso en un relajante adictivo que cambia nuestra manera de relacionarnos socialmente y en familia. Así lo demuestra un experimento llevado a cabo por Robert Kuhley y Mihaly Csikszentmihalyi, miembros de Academia Americana de Artes y Ciencias y médicos, que sugiere que “ ver televisión tiene un efecto adormecedor y que actúa ante el cuerpo como un tranquilizante. Se presenta somnolencia y es posible que incluso se llegue a experimentar depresión al continuar viendo televisión. Una persona en realidad se desconecta de la vida real y se sumerge en lo que se está mostrando en la pantalla, lo cual, a su vez, provoca un exceso de atención, más de lo que se había previsto al inicio”.

Paloma Fábregas, de 25 años, afirma que consume un par de horas de televisión por la noche. Vive con sus padres, quienes no ven demasiado la televisión entre semana al trabajar, aunque “al llegar el fin de semana ven bastante más”. Asimismo, asegura: “tuve televisor desde que nací”, y agrega que ya no se “reúne la familia en el salón a hablar o comentar las cosas del día, sino que ven la tele, que ejerce una fuerte atracción en las personas”. En esto último coinciden otros dos jóvenes cuyas relaciones familiares han cambiado por causa del televisor, en cierta forma. Juan Miguel Peñalver Sánchez, de 23 años, y Memé J., de 28 años, y que no ha querido dar su nombre completo aseguran que “antes había más comunicación entre las personas que conviven en casa y en la calle”. Memé J. llega incluso a afirmar que “se evade la gente de la realidad por medio de la televisión. No se da cuenta de lo que sucede a su alrededor”, lo que corrobora la tesis del experimento de los doctores Robert Kuhley y Mihaly Mihaly Csikszentmihalyi.

Todos ellos están de acuerdo en algo: “la televisión sólo les proporciona entretenimiento y, a veces, ni tan siquiera eso”, aunque algunos puede que aún discrepen con esa postura. Se acaban de comprar un televisor nuevo de plasma con TDT incorporado. ¿Colocamos la tele en el centro?- le pregunta Manuel a su mujer. Tal vez, ya las historias las está empezando a contar una caja “supuestamente boba”. Sí- le responde la mujer, mientras encaja su mente en la pantalla.

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