PINTAR A UN NIÑO
Primero dale viento
a tus palabras:
son como pájaros
que piden salir de la jaula
del silencio hacia la voz.
Luego coge un lienzo
y regálale algo de primavera,
aunque Van Gogh y sus rosas
persistan sobre el otoño mundano.
Después traza un círculo,
y recorre el Sistema Solar
y la Vía Láctea con tu lápiz.
Dale ojos a tu inocencia.
Arregla la bicicleta oxidada
de tus sueños:
te pide avanzar,
cuando estás triste.
Y que la lluvia te moje:
no siempre es malo
el diluvio, cuando amanece
un poema en las lágrimas.
Sonríele, ámalo, y abrázalo,
aunque ya no tengas cinco años.
Regresa al patio
de tus fantasías
bajo las sábanas.
Tal vez, mientras te miras
consigas pintar al niño
que llevas dentro.
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