NADA HA CAMBIADO
Besaba el agua con los labios,
y se torcía la tierra de un sueño
entonces sobre mi boca.
Era maravilloso ser uno mismo
sin que asustaran los espejos.
Y las nubes se paseaban
mansamente por los tejados
como la lluvia por las ventanas
cuando llueve sin que se duelan
de tristeza los ojos.
Los sueños desayunaban
el sol cada mediodía.
Y era hermoso imaginarse
andando el mar en zapatillas
color arcoiris.
Nada ha cambiado desde entonces,
salvo que ese niño
tiene que nacer en el poema.
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