MÚSICA PARA EL ALMA

martes, 17 de enero de 2012

HE ESTADO CIEGO



HE ESTADO CIEGO

He estado ciego, muchas veces,
lo sé.

Como si se hubiese quedado
enclaustrado el resplandor
de la pupila en la caverna
más oscura de Platón.

Porque no he sabido desayunar
cálidamente los faros de esperanza
que me brindaba cada mediodía.

No me apetecía nunca mirar
en el fondo de casa cosa.

Todo era superfluo como un vestido,
que al descoserse ya se rompe
sin que tenga una segunda oportunidad
de tapar la desnudez en el remiendo.

He estado ciego, lo sé,
porque no supe muchas veces
tejer un trozo de cielo
sobre el asfalto.

Me conformaba demasiado.
En mis ojos solo maduraba
la tristeza como una fruta
que no termina nunca de asentarse
en el árbol y cae marchita
como la escarcha tras la nieve.

Mi habitación se acababa
en las ventanas, aunque el paraíso
estuviese esperando
a que lo guardara en mis sueños
como un capitán que custodia
el ritmo firme de su nave
pese a la corriente.

Ardía el mundo dulcemente
como la luz de un estrella
en una noche de estío.

Y sin embargo, me quemaba
la soledad más terrible.

En mi corazón moraba el pulso
detenido y amargo de la despedida
siempre sin haberme muerto.

Y era muy triste
saberse sin más camino
que pasar a solas por la vida.

Estaba ciego,
hasta que empecé a creer
que mirar era algo más
que fijar las pupilas
en un punto vacío.

Descubrir que, sabiendo despertar
en los ojos las ganas
de abrazar el mundo,
todo puede ser más bello.

Sin tanta ceguera...


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