MÚSICA PARA EL ALMA

lunes, 27 de diciembre de 2010

SUEÑOS DE UN AMIGO




SUEÑOS DE UN AMIGO

El horizonte parece reducirse, en este momento, a las cuatro paredes de una habitación poblada de máquinas y respiraderos artificiales en la que la vida parece extinguirse a borbotones de suero y medicinas. La luz de la tarde, tras unas ventanas algo empañadas y sucias, parece luchar con la umbría de la estancia por abrirse algo de camino entre la oscuridad antes de que el ocaso termine de matarla como cada noche. Y sus ojos perdidos y ausentes parecen querer acabar de despertar a mi diálogo y lo que le rodea. Pero el coma pesa demasiado. Y, tras un rato de batalla, parece volver a cerrarlos exhausto y sin mucho aliento. Lleva ya así más de un mes. Y cuando ahora me decidí, en un arranque de coraje y resignación, a visitarlo me pregunté en qué mundo se hallaría ahora. Me pregunto si ahora corretea por aquellas mesas de San José del Álamo imaginando que, impregnados de cierto sabor a asadero y chuletas, los recuerdos vuelven a tornarse en un espacio cierto del mundo. Lo cierto es que me gustaría ahondar un poco más en sus pensamientos, y vislumbrar algo más que unos ojos perdidos y vidriosos que intentan mirar quién sabe en qué dirección. Diría que su mirada, ahora, es como un velero cuyas velas buscan el tacto del viento en un mar demasiado en calma; una veleta, tal vez, que busca algo de aire para tener alguna dirección en la que girar. Y me gustaría que me respondiese. Pero por ahora se ve que ha de seguir descansando. Me voy de la habitación. Lo único que puedo decirle es que se cuide, y que el coma tenga un punto y seguido más allá de sus sueños.

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