LOS SUEÑOS NO SE ACABAN
Los sueños no se acaban,
a veces, en un golpe de párpados,
cuando ya nos deja en el frío
de la noche, desnudos una sábana.
Solo se acaban. Se terminan los sueños,
cuando pesan demasiado los años
en los ojos, y la edad
se nos vuelve un yunque
demasiado pesado de recuerdos.
Porque, a veces, despertarse
cuesta más que la gravedad
de existir.
Y no es fácil temblar después
sin que exista el miedo.
Sin que se pongan hirsutos
los cabellos, soñando.
Ahí, cuando se amanece
casi sin querer.
Ahí se acaban los sueños.
Los sueños no se acaban,
a veces, en un golpe de párpados,
cuando ya nos deja en el frío
de la noche, desnudos una sábana.
Solo se acaban. Se terminan los sueños,
cuando pesan demasiado los años
en los ojos, y la edad
se nos vuelve un yunque
demasiado pesado de recuerdos.
Porque, a veces, despertarse
cuesta más que la gravedad
de existir.
Y no es fácil temblar después
sin que exista el miedo.
Sin que se pongan hirsutos
los cabellos, soñando.
Ahí, cuando se amanece
casi sin querer.
Ahí se acaban los sueños.
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