AL MENOS VENÍA BALTASAR
Recuerdo que estaba triste
aquel 6 de Enero de hace unos años.
Los ojos aún no se me habían nublado
de madurez. Y aún soñaba
con que viniera aquel negrito
a dejarme regalos sobre el sillón.
Cierto es que lloraba.
Y estaba triste. Sin embargo,
el polvo no poblaba mis pupilas.
Y los escombros
no eran el único techo
bajo las estrellas
que me cubría de la lluvia.
Al menos, venía Baltasar
a mi casa cada 6 de Enero
a dejarme, quizás, algo más
que ilusiones sin cometa,
y palomas mensajeras sin vuelo
en la miseria.
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