DIALECTO DEL VIENTO
No dices nada.
Sólo pronuncias
la cadencia acezante
de mis latidos
esperándote.
Y sin embargo, hablas.
Mueves el aire, y las palabras
se vuelven palomas
en busca de tus ráfagas.
Una espiga tiembla.
Los pétalos de una rosa
se balancean en tu espalda
de nitrógeno y argón.
Y otro poema se descubre
ahora ante el papel en blanco.
Desde el aire, que nada dice.
Tu voz, quizás,
es otro dialecto del viento.
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