LOS DEDOS DE LA LOCURA
Es cierto. No te he tocado,
salvo cuando sobre el asfalto
de la calle imagino tus pasos
poblando de verde las esquinas,
aunque la primavera sepa
ahora a algo de nieve.
Porque, tal vez, aún sientes
que te estoy mirando,
y que viajo a esos dos puertos
de luz cerrados y azules
en los que encerraste el sol,
mientras te contemplaba.
Y es cierto que no hay barco
que leve anclas en tu cuerpo.
Aún así te rozo, te palpo
como una esencia de melocotón
que se me escapa entre los dedos,
mientras dibujo un trozo de amor
y ternura en la tinta.
Y te tocan
los dedos de mi locura
en un sueño que despierta
el mediodía que no existe
en tardes de tristeza.
Desde un poema,
con los dedos de mi locura,
aún sabes que te amo.
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