NO SON MÁS QUE SUEÑOS
El viento mece mis palabras
como los brazos de una madre
la cuna del hijo que cría.
Los sustantivos acarrean alas
sobre las hojas cual mariposas
que revolotean en torno
a los pétalos de tinta
de un poema.
Y tras mis párpados
la luna no carga escalofríos
sobre las estrellas
que duelen
después de los días
perseguidos.
No debo detener estas horas
sin tiempo, sin caducidad
en los relojes. Me digo,
pero mis agujas de plastilina
se derrumban como la gravedad
del cansancio que termina.
Y debo levantarme,
tras recorrer en zapatillas,
lo que escribo.
No son más que sueños.
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