ESCUCHEMOS EL AMOR
Escúchalo. Cómo galopa
en los azotes del viento
con su barca de ternura.
Escúchalo, mientras anudamos
las estrellas en nuestras miradas,
y anclamos nuestros navíos
de besos en las costas
dulces de nuestros labios.
Los muelles, entonces,
no son tan tristes,
ni suenan tanto a despedida
al ensangrentarse la tarde.
Porque, tal vez, nos gusta
la corriente del mar,
cuando nos lleva a nuestros sueños.
Y no acarrea en las botellas
caricias de vidrio y nostalgia.
Escúchalo. Siente su aliento
de suave y dulce silencio
cómplice en los abrazos,
y el olor a lluvia salada
que queda tras la tempestad
maravillosa de amarse.
Y no hables demasiado.
Las palabras sobran
cuando lo más bello que decir
ya lo anuncian los ojos:
amor.
Escucha ahora el amor.
Escuchemos el amor,
mientras te escribo.
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