A VECES, LAS PALABRAS NO LLEGAN
A veces, las palabras no llegan.
Y son como barcos anclados
en los muelles del espanto
esperando una corriente
que los rescate de ser nada,
de ser una calle
No llegan. Se entierran
en la voz. Y naufragan,
quizás, en una quietud
que sólo secunda, a veces,
una lágrima vacía del mar.
Y tengo miedo.
La hoja en blanco me aterra.
Se vuelve una herida de aire
que no ha conocido
el viento para moverse.
Y es entonces, cuando pienso
que todo lo que puedo decir
es mi silencio. Lo más bello,
cuando las palabras no llegan.
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