NUNCA NOS DIJIMOS ADIÓS
Nunca nos dijimos adiós,
tal vez, porque nunca he querido
dejarte a merced del olvido
como las horas humanas
que recorren sólo una vez
una calle de momentos y recuerdos,
y ya no vuelven a suceder
tras las esquelas que van legando
los calendarios arrancados de la vida.
Nunca nos dijimos adiós,
quizás, porque aún tus manos
me siguen abarcando
como entonces,
cuando el amor echaba raíces
en nuestros cuerpos,
y explorábamos la ternura
en cada estremecimiento.
Y no quiero que te vayas
como la arquitectura frágil
y volátil del tiempo
que va llenando de adioses,
y despedidas, y nostalgias,
y naufragios el camino.
Nunca nos dijimos adiós,
aunque ya los besos sean pasto
de antiguos arrumacos,
y primaveras de otros años
en los que las rosas
no tenían espinas, ni heridas.
Nunca nos dijimos adiós,
tal vez, porque aún
quiero despertar contigo.
Y que no te disipes
cada mañana, tras el cansancio
y los párpados bajados.
Tras mi sueño, tras nuestro sueño.
Nunca nos dijimos adiós.
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