MÚSICA PARA EL ALMA

domingo, 13 de marzo de 2011

A MI HERMANO




A MI HERMANO

Lo estoy mirando a los ojos desde hace algunos minutos. Entre las arrugas de las sábanas, y la decoloración de las paredes que rodean su cama, lo acompaño de la mano a aquellos parques en los que no estaba prohibido volar en los papeles. Nos reímos. Soñamos con ser ya mayores al mismo ritmo de crecimiento, desde el privilegiado asiento de los triciclos y los carricoches. Nos encanta el olor de la tortilla pizza que nos prepara nuestra madre en los tiempos de la ternura gratuita y los abrazos. En la playa, chapoteamos y jugamos a ser guerreros del agua con nuestras pequeñas manos. Ahuyentamos a un gato echándole agua, mientras tomamos una manzana, y nuestros padres nos devuelven una cálida sonrisa.
Él es mi espejo, y yo soy también parte de suyo. A lomos de nuestras BMX, comenzamos a descubrir el dulce vértigo de sentirse libres cabalgando sin ruedillas por las aceras, y aún resuena nuestro paso alegre en aquel campo de fútbol en que tantos balones corren. Las mismas lecciones nos educan. Saltamos la misma comba muchas veces. Otras veces, nos dedicamos sonrisas cómplices en las clases. Y nos riñen los profesores. Compartimos los mismos regalos en los sillones, cuando llegan los Reyes. Ilusión desbordante. Y luego, a seguir jugando.
Pero ya es tarde para seguir recordando. Estoy cansado. Aún así, parece que mi hermano gemelo sigue estando donde lo dejé, en su cama, en la cama de al lado, aunque tan sólo una caricatura enmarcada nos muestre juntos. Necesito dormir.
- Que descanses, Saúl.

Mañana volverá a estar ahí, donde lo dejé.

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