Estás casi de vuelta.
Ya casi llegas, deshaciéndote
en un mar de tarde naranja
como la última gota de un charco
a merced del mediodía
después del diluvio.
Y nos besamos, mientras subo
la cuesta que me lleva
a la luz de tu mirada.
A veces, remontar
la soledad se advierte difícil.
Demasiadas puertas de aire
que no esperan la mano.
Y demasiada pendiente
sobre las cascadas
de tierra de la tristeza.
Estás casi de vuelta
en un recuerdo
que crece de repente
en los muelles del olvido
para volverse a ir
como tú, casi de vuelta.
En un mensaje de frío
que puebla de calor
polvoriento las paredes.
Estás siempre,
casi de vuelta.
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