Nadie puede pararlo.
Corre demasiado,
y es como la corriente
marina que nada detiene
de deshacerse como espuma
salada sobre la arena.
Nadie puede pararlo,
y vuela como un pájaro
de dientes afilados
sobre la sangre.
Solo puedo detenerlo,
a veces, un momento
mientras contemplo
la belleza a solas
en algún sitio de solaz
donde solo pasan palabras,
y metáforas de belleza
sin envejecer.
Y es, entonces,
cuando más golpea.
Con la vida a cuestas,
y el equipaje lleno de recuerdos
cuyo peso, a veces,
excede bastante el de la gravedad
sobre el mundo y la masa.
Al tiempo, nadie puede pararlo.
0 comentarios:
Publicar un comentario