TODO ERA NUESTRO
Todo era nuestro.
¿Recuerdas?
Habíamos firmado un trato,
el más hermoso: un beso
sobre la tierra frágil
de unos labios.
Nos habíamos alejado
del ruido y las tertulias.
Todas las conversaciones
sobraban.
Nos bastaba con disfrutar
el silencio de los bancos
al atardecer para dar alas
a las palabras.
No importaba tampoco
que todo estuviese a oscuras,
mientras siempre hubiese
un momento
para leer el amanecer
atracado en nuestras pupilas.
El resto era solo una palabra.
Y el mundo preguntaba
insistiendo sobre el asfalto
por qué éramos tan grandes.
Tal vez, todo era nuestro.
¿Recuerdas?
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