Es cierto. No soy nadie.
A veces, me busco
en el reflejo de otras miradas.
Me vuelvo espejismo
de mi propio rostro de piel.
En ocasiones, estoy al filo
de un acantilado de sueños
en el que el Sol acuchilla
anaranjado el horizonte,
mientras sangra la tarde
otro día perdido.
Y otras, me sumerjo
en las palabras que no encuentran
voz bajo el pavimento.
No soy nadie.
Solo una respuesta
de carne al polvo.
Es cierto. No soy nadie.
Perfectamente humano.
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