MÚSICA PARA EL ALMA

jueves, 17 de abril de 2014

LO QUE DEJAMOS



LO QUE DEJAMOS

Lo que dejé, lo que dejaste.
Lo que dejamos fue el mundo atrás,
y unos besos atascados dulcemente
en la puerta de alguna memoria.

Los ojos vacíos de calles,
y llenos de ciudades inhóspitas
por la que solo pasaban
nuestros dedos, nuestros días
y nuestras noches habitándonos
tiernamente la mirada.

No sé si te acuerdas.

Lo que dejé, lo que dejaste.
Lo que dejamos atrás
fue otro tiempo diferente.

Otras horas sin agujas sangrantes
de una efímera eternidad
que a algunos nunca les llega,
porque no pueden detenerse
en tus labios como lo hago yo
ahora mientras te bebo a sorbos,
y te toco la desnudez distante
con otro poema más,
que no sé si leerás.

Todo eso ocurre
mientras estos versos
buscan el mar sin timón
ni rumbo, ni barcos de sombra
o tarde que los lleven 
por ese Cabo de Hornos
en que se han convertido
las peligrosas y amables
ganas de quererte.

Y en ello me va casi la vida:
en pensar muchas cosas también.

En pensar en cuántas maneras
habría de hacer música
en tu voz atiplada y suave,
si pudieran tocarla mis suspiros,
y hacia tu cuello se tendiesen
puentes de madrugada y sueño
fáciles de cruzar.

Así escribo tonterías como esta
que tanto te gustaban,
mientras atrás dejé, dejaste,
dejamos las manos de nubes
de este cuento nuestro de amarnos
en cuya fábula supimos volar.

Pero caímos algún día.
No sé cómo, y dejé,
dejaste, dejamos atrás
un beso atascado todavía
en el calor de la puerta
de alguna memoria.

Eso fue lo que dejé, lo que dejaste,
lo que dejamos.

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