No hay nada.
Nada más que aire.
Un hilo de carne y aire
que cuelga de un beso
de tinta al que quiero
aferrarme como la bandera
al país que la asienta.
Echo de menos la nación
azul de tu mirada,
y tu tierra de piel
sobre mis dedos
deslizándose como la raíz
de un árbol por la primavera.
No hay nada, salvo yo.
Salvo nosotros conmigo.
sobre mis dedos
deslizándose como la raíz
de un árbol por la primavera.
No hay nada, salvo yo.
Salvo nosotros conmigo.
2 comentarios:
¿Y?
No hace falta escribir mucho para llegar tan hondo al alma. Tu me haces sentir.
No me había fijado en que se me había borrado la última parte de la entradam jeje. Me alegra siempre regalarte un temblor de esos que nunca va a poder descifrarse bajo simple papel de regalo. Un abrazo
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